Los cascos dóciles: usar o no usar?
Esta semana he estado en una conversación por twitter (“twittersación”?) donde debatimos extensamente el tema del uso del casco en la bicicleta.
Este tema, como cuando alguien pregunta “estoy gorda?”, no tiene final feliz. Nunca
existe una situación en la que uno hable sobre el uso del casco y no
salga con las orejas rojas de la rabia. Y por eso me pareció relevante
escribir al respecto. Voy a dar tres ejemplos para hablar de esto.
Cuando yo competía en
ciclomontañismo, existía una especie de “rito de paso” para algunos
cuando dejaban de andar por las pistas normales (de XC) y comenzaban a
entrar en el “Mundo del Descenso” (downhill). Lo normal era que quien
entraba al “Mundo del Descenso” llegaba a su primera carrera o recorrido
con casco entero, rodilleras, guantes de dedos largos y a veces
pechera. “Porque esto sí es peligroso”, decíamos. El caso de una persona
(Tobías, digamos que se llamaba) fue totalmente distinto: cuando su
papá lo vio interesado por entrar al Mundo del Descenso, le motivó a que
se metiera de lleno, pero le obligó a botarse por todas las montañas
sin un solo accesorio de protección. Cuando le pregunté por qué lo
hacía, el papá me dijo “porque tiene que aprender a sentir su cuerpo
cuando está bajando, no va a aprender nada si comienza a botarse como
una loca lleno de icopores por todas partes”. De todos esos que
estábamos en esas hace quince años, Tobías es casi la única persona de
esa época que sigue inmerso en El Mundo del Descenso hoy en día.
El segundo ejemplo es el de un vendedor de bicicletas (llamémosle,
por poner un nombre, Ayén). En 1997 las cosas ultra tecnológicas no
eran muy comunes en la bicicleta, y cuando Ayen nos mostró los frenos
hidráulicos magura que le acababa de poner a su bicicleta, todos hicimos
un pequeño círculo alrededor de él y su bicicleta. El nos explicó: “le
puse estos frenos a la bicicleta para poder andar más rápido”. Y tenía
razón…
(la foto completa aquí )
El tercer y último ejemplo (aguántenme, ya casito les explico
completo) es el de la increíble expresión que se genera cuando se hace
un “World Naked Bike Ride” (algo así como un Paseo en Bicicleta Empelotos).
Cada Junio, en varias ciudades los usuarios de bicicleta se reúnen para
andar empelotos en bicicleta por las calles. Más allá de tratar de
hacer algo obsceno, lo que esas personas quieren expresar es la
fragilidad el cuerpo humano. Es decir, que quienes andan en bicicleta
están, en realidad, empelotos ante cualquier riesgo que exista en la
vía. Pero no porque sea inherentemente peligroso andar en bicicleta (no
lo es!) sino porque los demás modos de transporte que circulan a su
lado tienen una masa, velocidad, aceleración y energía quinética mucho
mayor y por eso están en total desventaja. El mensaje de este evento es
casi impecable – Foucault estaría muerto de la felicidad.
¿Y por qué me pongo a escribir todo esto cuando quiero hablar de cascos y no de frenos ni de gente empelota? Porque el casco es un elemento que, en las situaciones donde es necesario, es útil, pero en las que no, es más bien ridículo. Por ejemplo, dígame usted: ¿usaría un casco cuando está dentro de su casa? ¿Lo haría cuando está caminando por el andén? ¿Lo haría cuando va dentro de un bus? ¿Lo haría, le pregunto yo a usted, al conducir un automóvil a más de 100 km/h? Ahora respóndame: en alguna de esas situaciones, ha usado casco?
¡No he terminado!
Respóndame, señor lector: ¿usa usted
casco cuando se bota de un paracaídas? ¿Lo hace (o lo ha visto hacer) en
Fórmula 1? ¿Lo ha hecho en una motocicleta?
Entonces, porfa ayúdeme ala: ¿Usaría un
casco cuando va en bicicleta por una ciclorruta protegida, en una
bicicleta de ciudad, a una velocidad menor a 15 km/h y sin afán? Y ¿Lo
haría en medio de una montaña, botándose de una loma, a más de 50 km/h?
(yo sí lo hago)
Yo rompí un casco una vez: me pasó porque iba tratando de ganarle a
Tomás Delgado en una bajada de locos, y se me rebotó la suspesión
trasera y el casco salió volando destruido. Mi papá también rompió un
casco: le pasó cuando iba bajando de la Laguna de Guatavita hacía el
pueblo, sabrá Dios a qué velocidad, y terminó (después de partir su
casco en dos pedazos como si fuera una caricatura) en una sala de
urgencias y luego un par de semanas en la cama. De milagro no se mató.
En este tema hay tres cosas en juego:
– El riesgo que hay en la vía
– El riesgo que se percibe al circular por una vía
– El riesgo que generan los demás en esa vía
(todo sobre el riesgo en transporte aquí! )
(la primera palabra que aprendió a decir fue “casco”.. bueno, decía “cácn”)
Hay muchos, enemil, estudios y páginas web diciendo que los cascos sirven o que no sirven, que si uno anda con casco es más arriesgado
y sin casco lo respetan más, que usar casco en bicicleta es decirle a
los demás “esto es peligroso” o que usarlo es decirle a los demás “mira,
yo soy taaan responsable conmigo mismo”, y todos están llenos de estadísticas y de ejemplos y de fotos y de argumentos.
Y con todo y eso, la discusión sobre los cascos siempre cae en oídos
sordos de parte y parte y no hay dato ni estudio ni experiencia que
valga: cada quien elige usar el casco o no según sus propias razones y
creencias. Como ponerse un escapulario en el tobillo.
Decidir usar o no casco es, a fin de cuentas, una ideología.
Y como ideología es mejor respetarla, sea para un lado o para el otro, y
no agarrarse como locos. Y si en pocos años se encuentran a un amigo
encerrado en su casa y con un casco todo el tiempo, no se les haga raro.
Lo que nunca vamos a ver es una persona conduciendo un carro con un casco de cara completa, cuando son los que más lo necesitan.
El descargo: Lo que sí es cierto es que por favor, lean el Código de Tránsito y sepan que el uso de cascos en bicicleta es obligatorio, sea donde sea, llueve, truene o relampaguee.
Parte II
La semana pasada me atropellaron y sigo medio idiota, pero de todas formas sí he podido pensar en el tema más crítico de ese evento: ¿Toca usar casco cuando se anda en bicicleta por la ciudad? A pesar de mi falta de capacidad cognitiva actual, intentaré dar mi opinión.
Después de tomar apuntes para escribir mi opinión sobre cascos, me dí cuenta que ya había escrito un post al respecto hace dos años.
Entonces los invito a que lo lean antes de este. En general, mi
argumento sigue siendo exactamente el mismo: usar el casco no es una
decisión que se debe tomar porque sí ni como una superstición, sino
según el contexto en que se vaya a usar. El ejemplo que dí en ese post fue
el de andar en bicicleta a 50 km/h en una carretera de bajada vs andar a
15 km/h en una calle urbana de bajas velocidades… y ahí es donde
empieza mi argumento actual.
La adenda que quisiera hacer al tema de
cascos es que, aunque sigo de acuerdo con mi opinión de hace 2 años,
debo corregir una cosa: esta ciudad en que vivimos donde falta que lluevan ranas,
tiene un nivel de inseguridad vial mayor al que yo percibí durante los
últimos 36 años. Nunca me habían atropellado en mi vida, ni acá ni en
Cafarnaún (aunque a ciencia cierta no he ido a Israel, sí he paseado
bastantico). El atropellamiento de la semana pasada me ha hecho pensar en esto un rato y por eso estoy dispuesto a decir que, si
a mí me atropellaron en medio de una calle de baja velocidad y con
reductores de velocidad, pues debo agregar que Bogotá está más cerca de
una pista de descenso que de Amsterdam para completar el argumento. Y que, como buena pista de descenso, hay que tenerle más respetico.
No obstante, lo que sí voy a reiterar es
que la política de hacer el casco obligatorio es inútil y
contraproducente. Si un tomador de decisión obliga a los ciudadanos a
usar un casco en bicicleta para proteger sus vidas en lugar de obligar a
los demás usuarios de la vía a respetar a los ciclistas, algo anda muy
mal. Y si un asesor de políticas urbanas promueve el uso obligatorio del
casco, pues más bien debería dedicar su tiempo a fomentar el respeto en
vía y la reducción de velocidades de todos los modos motorizados.
El riesgo lo generan ellos, lo imponen ellos y lo deben reducir, principalmente, ellos. Si alguien quiere tomar la decisión individual de ponerse el casco para protegerse, pues bien puedan. Pero montar en bicicleta no se debe presentar ante los ciudadanos como “esa actividad tan peligrosa” porque la bicicleta, por diseño, no es peligrosa. Lo peligroso es el lugar donde la ponen a andar y el irrespeto de los demás usuarios.
El riesgo lo generan ellos, lo imponen ellos y lo deben reducir, principalmente, ellos. Si alguien quiere tomar la decisión individual de ponerse el casco para protegerse, pues bien puedan. Pero montar en bicicleta no se debe presentar ante los ciudadanos como “esa actividad tan peligrosa” porque la bicicleta, por diseño, no es peligrosa. Lo peligroso es el lugar donde la ponen a andar y el irrespeto de los demás usuarios.
Más bien pongámonos a promover la
seguridad de todos los ciudadanos, la reducción de riesgo que
generan los vehículos motorizados y la responsabilidad individual (de
todos los usuarios) en vía. Por lo pronto, yo espero con ansias el día
en que pueda volver a montarme a la bicicleta (y si alguien sabe quién
fue el que me atropelló, le agradezco cualquier información).
Algunos links que pueden servir para el debate (ellos explican mejor los datos etc):
– Si Kant fuera un ciclista en Nueva York (en inglés)
– ¿Es más seguro? (otro en inglés)
– El mismo argumento mío maomenos, pero por el Bike Snob (en inglés)
– El tema en Holanda (en inglés)
– Helmet Freedom (pg con estadísticas etc, aunque no muy actualizada)
– (ya que llegaron hasta acá, uno en español) “Aumentar el uso de la bicicleta sin implantar el uso obligatorio de casco”
Tomado de:
http://www.theguardian.com/
http://blogs.eltiempo.com - http://blogs.eltiempo.com
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